Mi vida-mi mundo
Cartagena de Indias----Colombia Foto: Antonio Marín E.
viernes, 1 de diciembre de 2023
domingo, 11 de junio de 2023
Para leer
Yo, no soy asesino
¡Que cosas no! Los tombos que me trajeron, no dejaron
siquiera lavame la sangre de las manos, por eso siento como si tuviera otro
cuero encima; y aquí estoy, esperando
que esos infelices traigan algo de comer. Ellos no saben que la culpa de que yo
haiga matao a ese viejo hijueputa fue de
él mismo: Por cabrón, por malandro, por desgraciao, por miserable, por cobarde
y por haber aporriao a mi máma hasta dejala tirada en su cama ¡Que
cama! En su catre de fierro osidao
igualitico al que me encuentro ahora sentao con su colchón oliendo al sudor
viejo de todos los infelices que han pasao por aquí ¡Ah! Pero es que el maldito
colchón también huele a mugre, a miaos, a cosa podrida y a cuantas porquerías
huele una cárcel. Cerquita de mi nariz tengo un miembro viril y una vulva deforme y mal pintada por alguien que estuvo
preso aquí anteriormente, y es tan estrecho este maldito calabozo que a duras
penas cavemos el catre y yo.
Sus paredes muestran que a los administradores de este
antro no les queda con que pintalas ¡Pero que les va a quedar si se la roban
toda y no dejan nada! ¡Absolutamente nada pa” los mas güevones! ¡Sí! Los tombos
no saben que el viejo malparido dejó a mi máma sin dientes, con sus cabellos
escasos y marchitos como una peluca vieja abandonada en un basurero, con su
piel como una momia, y tirada en su catre destartalao muriéndose de hambre y de
tristeza.
¡Y
ni pensar en volame de aquí! Los barrotes de la puerta son de fierro, y el
candao es yale de los mas finos (claro, pa” eso si tienen). La ventana que está arriba de la paré es muy chiquita y
también con barrotes gruesos.
Cuando
los verdes me trajeron veía el cielo azul por el hueco ese que sirve de
ventana. Ahora solo veo oscuridá. Los
insectos que entran a haceme compañía se alimentan con mi sangre dejándome
ronchas en el cuero. ¡Vea pues! Ahora
parece que el pendejo que reparte la comida me dejó mamando ¡Claro! ¡Seguro que
él se la tragó! Pero, pa” lo que debe ganar
el infeliz no mas que cuidando
rateros y malosos. Creo que ni le pagarán, y eso me gusta pa” que no sea ladrón
y traga aldabas.
¡Pero miren! Hay viene una cucaracha entrando por
debajo de la puerta. ¡Me da envidia la maldita! Ella, puede entrar y salir como
Pedro por su casa. ¡Pero yo! Encanao quién sabe hasta cuando. ¡Si! hay viene
como una reina luciendo un color café que me parece hasta bonito. Con sus seis
(¿Seis?) patas camina rápido, y cuando mueve sus antenas de lao a lao parece
que me estuviera estudiando la desgraciada.
¿Cómo?
¿Se mete entre mis pies sin sentir ningún miedo? ¿Será que no entiende que
puedo ponele una pata encima y volvela mierda? ¡Pero no! ¡No la mataré! Si
fuera el viejo que se acostaba junto a mi máma (Que no era gran cosa, pero era
mi máma) lo volvería una masa irreconocible y le desearía que se hundiera en lo
más profundo de los infiernos.
¡Up!
Sacó las alas; parece que quiere volar; sus alas vibran ¡Pero no puede! ¡Yo
apuesto que no volará! Por mucho que quiera hacelo, ¡no puede! Pero es terca y
continúa agitando sus alas, alas pequeñas, alas sin fuerza, sin fuerza pa”
levantar ese cuerpo tan grande, tan feo,
tan pesao.
¡Ah!
Me está haciendo quedar como un zapato. ¡Porque lo logró! … ¡Hay va! dando
tumbos, zigzagueando se dirige hacia la puerta. ¡Pummm! se dio contra uno de
los barrotes ¡Pero pasó! ¡Trazzz! Se golpeó contra la paré del frente y hay quedó en el suelo con las patas pa”
arriba.
No
se porque mirando a esa cucaracha moviendo sus patas como pidiendo ayuda me acordé de mi hermana ¡Pobrecita! El viejo la sacó de la casa, de
nuestra casa a empellones, a golpes, a madrazos, y ella salió dando tumbos,
dándose golpes contra la puerta (como la cucaracha) Dizque estaba embarazada
fue lo que dijeron el viejo y mi máma (Que no era gran cosa, pero era mi máma)
y dizque por ese delito se tenía que largar. Que nadie sabía quien era el papá
del bastardito. Pero yo si sabía quien se había acostao con mi hermana y la había preñao.
¡Pummmm!
… Mi hermana con quince años cayó como la cucaracha: A la mitá de la calle con
las patas pa” arriba, con las patas pa” arriba consiguiéndose la comida, con
las patas pa” arriba consiguiéndose la renta, con las patas pa” arriba
consiguiéndose los pañales, los teteros, la crema “cero” pa” que no se le vaya
a quemar el culito al pequeño bastardo. La loción, la cuna, el coche, y todo, a
conseguilo con las patas pa” arriba; mejor dicho ¡SE PUTIO!
¡Ahhhh! ¡Pero que bien! La cucaracha se puso
al fin de pié y hay va a perdese en los rincones. ¡Ojala no vuelva! Por que la prósima vez la dejo estampillada
contra el piso mugriento del calabozo.
Pero
mi hermana, mi pobre hermana creyó que podía levantase (como la cucaracha)
largándose a vivir con un chofer. ¡Pero se equivocó! El cabrón pensó que mi hermana era una buseta
a la que había que dale pata toda la noche y empujale la palanca sin parar; y
que al llegar a la pieza (a la que nunca colaboró pa” pagar el alquiler) muerto
de la borrachera, era solamente a dale palo a mi pobre hermana hasta dejale las
nalgas como una berenjena. Esto, solamente fue un intento de mi hermana, de mi
pobre hermana, de la boba de mi hermana por tratar de ponese en pie (como la
cucaracha) ¡Pero se equivocó! ¡No pudo parase! (la cucaracha si) Y volvió a
caer a la calle con las patas pa”
arriba. Mejor dicho ¡SE PUTIO! Otra vez.
Ahora
si tengo hambre ¡o no! Creo que no es hambre ¡Es piedra! Que se me sale al acordame el
día que cumplí quince años. El único regalo que recibí del viejo fue una
cachetada que me llenó la boca de sangre.
Creo que ese día juré matar al viejo (¡Y lo maté!) Dos días después de
mi cumpleaños, el viejo con malos tratos y mi máma con su silencio (¿sería
miedo?) me lanzaron a la calle. ¡Quince
años! Quince años no son muchos (creo) pa” los que han vivido bueno: Sin
angustias, sin hambre, sin frío.
Fueron
muchas las patadas, puñetazos, cabezazos y pedradas que le di a la puerta
suplicando que no me dejaran en la calle. ¡No me escucharon! Durante la noche, se congeló mi cuerpo y mi
alma. ¡Grité! ¡Lloré! ¡Supliqué! No me escucharon, no me escucharon, no me
escuchó el viejo, no me escuchó mi máma, no me escuchó mi dios.
Primero,
apareció una escudilla con las sobras del desayuno del viejo. Luego, todas mis
cosas salieron volando por la puerta. También salió mi perro, mi pequeño y
querido perro (Q: E: P: D) dando tumbos.
Zigzagueando, golpeándose contra el suelo (como la cucaracha). Todo, todo quedó
regao sobre la calle cubierto de tierra; sobre la calle sucia, sucia como mi
máma, sucia como el alma del viejo, sucio como tengo el cuerpo, sucia como ha sido mi puta vida,
y sucia como tengo el alma.
¡Creo
que es tarde ya! Pero quien va a dormir con el olor mantecoso de la cabecera
que me adjudicaron. Afuera se escuchan los pasos del vigilante ¡Pobre marica!
¡Cree que uno se puede volar de aquí! Por la ventana que está arriba muy arriba
del calabozo, veo la luna redonda, redonda y bonita. Bueno, al menos viéndola
me consuelo.
Pero,
por qué me quejo del olor de mi colchón y de mi almohada, si yo tampoco huelo a rosas. Desde que el viejo
miserable me lanzó a la calle, con el silencio (¿o seria miedo?) cómplice de mi
máma, han sido muy pocas las veces que
me he bañao. Mucho tiempo hace que no me
pongo calzoncillos limpios. ¿Medias? ¡Cuales!
Todo
ha sido vagar, vagar y vagar sin rumbo y sin descanso por la ciudá ¡Pero, eso
si! Siempre con la idea de matar al
viejo ¡Y lo maté! Ahora me toca esperar que algún cucho baboso, algún
cucho que se las pica de sabéselas
todas, algún cucho con cara de sapo, diga cuantos años me va a montar por haber
matao al viejo.
¡Eso
si! el día que me toque, no me achantaré y le diré al que llaman dizque el juez
¡Que sí! que yo maté al viejo y que si volviera a nacer, lo volvería a matar,
por que el viejo, era un viejo malo, una chanda, que después de la muerte de mi
máma (que no es raro que el la haiga matao) se llevó a vivir a mi casa, a la
casa de mi hermana, a nuestra casa, a una guaricha de lo peor del barrio.
¡Bueno!
Pensándolo bien, ¡Me importa un sieso estar aquí! Total, aquí tengo dormida,
aunque me toque aguantame el olor a manteca de la almohada, a orines y
cosas viejas del colchón.
Según
me han contao, a los diez y siete años uno es menor de edá y no pueden mandalo
a la cana de los malosos mayores, de manera que me mandarán dizque a un
reformatorio, y allí, ya veremos como nos pisamos “pa” la mierda”.
La
papa no me faltará, aunque esta noche el encargao de dámela se la jartó (el muy miserable). Ojalá le den
cursos, y lo agarre un cólico que lo ponga a sudar frío.
¡Que
silencio tan horrible! ¡No joda! ¿La hora?
¡Sabrá mi Dios! Si al menos tuviera mi radio ¡Pero que va! Si Cuando me
agarraron, después que le metí al viejo el cuchillo hasta la cacha por la
barriga, que abrió los ojos como un par de huevos fritos, que se puso pálido y
que se fue al suelo bañándome la mano con esa sangre caliente como la de los
novillos después de ser degollaos, alguno de los tombos se lo jaló, porque era
un radio bueno, porque era un radio fino
robao a la hija de un viejo barrigón que
dio papaya en uno de los semáforos de la ciudá
¡Bueno!
Veo que ahora si está amaneciendo porque el vigilante ya se despertó, apagó las
luces y se largó dejando la estela de sus pisadas en el pasillo de la cárcel.
También la ventana alta y chiquita del calabozo no está negra del todo, ahora es
de un azul fuerte. Creo que pronto saldrá el sol y nos mandarán al baño, luego
el desayuno, a la santa misa (como si tuviéramos perdón de Dios) las conferencias sobre la rehabilitación del recluso, el almuerzo, mas conferencias, la
comida. Al caer la noche, a todos los presos reunidos en el comedor nos dejaran
ver televisión hasta las nueve … ¡Se
acabó!... ¡Todo el mundo a dormir! …¡Listo!
Y así todos los días hasta cuando
me toque presentame ante el cucho baboso que cree que se las sabe todas y con
cara de sapo que me preguntará ¿Usté mató al viejo? y yo le diré ¡Si señor
juez! ¡Yo lo maté! El me preguntará ¿Por qué?
Y yo le diré ¡Sabe por qué! Porque el viejo apareció una noche durmiendo
a la orilla de la cama ¡Que cama! el catre de fierro osidao de mi máma (Que no
era gran cosa, pero era mi máma) sin sabese porque (ella tendría sus razones) Y,
¡Señor juez! ¿Sabe que? Una noche, estando solos mi hermana y yo, apareció el
viejo. Entró a la casa con el revólver en la mano y amenazó con matanos.
Después ¡Señor juez! Le puso el revólver en la cabeza
a mi hermana y le ordenó que se quitara
la bata, y mi hermana se quitó la bata. Ahora, ¡quítese los brasieres! Le ordenó, y mi hermana se quitó los
brasieres. Ahora, (y acercó más el revolver) ¡Quítese los calzones! y mi
hermana se quitó los calzones. Ahora ¡Acuéstese! Y mi hermana se acostó, y ¿Sabe que? ¡Señor
juez! El viejo se le echó encima y empezó a metéselo; mi hermana con catorce
años lloraba y lanzaba una especie de quejido. Parecía que le dolía mucho. El
viejo siguió encima de mi hermana hasta que se lo metió todo, cuando terminó,
se bajó, y bamboleándose se fue a dormir y a roncar como una marrana gorda. Al
poco rato apareció mi máma (que no era gran cosa, pero era mi máma) ¿De donde
venía? Ummmmm ¡Sabrá el putas!
A
mi hermana ¡Señor juez! La oí llorar toda la noche. Yo también lloraba, señor
juez. Al otro día sobre la cama de mi
hermana, ví una enorme mancha de sangre
que se había secao y se había puesto de color negro.
Y
sin achantarme, le diré al cucho. ¿Sabe
que? ¡Señor juez!
Como
a los tres meses, el viejo le gritaba a mi hermana que ella era una puta, que
el bastardito que llevaba en la
barriga no se sabía de quien era; pero
yo estaba seguro que el viejo era el papá, porque mi hermana no era ninguna
puta. Por estar preñada el viejo la tiró
a la calle a golpes y a empellones. Mi hermana salió dando tumbos y golpes
contra la puerta quedando patas arriba en la calle (como la cucaracha). Mejor dicho: ¡Se
putió! Seguidamente, sus trapos le cayeron encima.
El cucho me dirá: ¡Continúe! Y yo responderé
¡Si!
Señor juez. Como mi hermana se fue, yo seguí durmiendo en su cama, y una noche,
dos días antes de cumplir quince años, el viejo, en una de sus continuas
borracheras llegó tarde a la casa. En la oscuridá, se acostó a mi lao y empezó a
acariciame las nalgas, las piernas, y a pasame sus manos callosas y
sucias por todo el cuerpo. Cuando acercó su boca aguardientosa pa” besame, me
levanté y corrí al rincón de mi máma (que no era gran cosa, pero era mi máma).
El viejo, al ver que su presa se le había escapao, se acostó lanzando
hijueputazos de la barraquera. Dos días después de cumplir quince años, el
viejo empezó a gritame que yo era un infeliz y un mariconcito, y que me largara
de la casa; al ver que no lo hice, el viejo me sacó a empujones propinándome un
fuerte puñetazo que me llenó la boca de sangre, cerró la puerta y quedé en la
calle totalmente abandonao. ¿Sabe que? – Le diré- ¡Señor juez! El viejo me hizo
lo mismo que a mi hermana; me tiró los trapos a la calle. Pero lo que mas me
dolió, fue cuando ví salir por los aires a mi pequeño perro, a mi querido
perro, a mi adorado perro (Q. E. P. D.) el que cayó patas arriba a la mitá
de la calle (como la cucaracha).
Y
seguiré diciéndole:
Por
todo esto lo maté. Y ¡Sabe que! ¿Señor
juez? no me arrepiento, porque por culpa del viejo, mi hermana se putió, y yo,
estuve vagando por las calles durante dos años, durmiendo en los andenes, en
los parques y debajo de los puentes. Sin donde asearme, sin donde hacer del
cuerpo, mendigando los sobraos en los restaurantes. Mejor dicho ¡Señor juez! Perdido
en la mugre de la ciudá hasta el día que me pillé al viejo mal estacionao y le
metí el cuchillo por la barriga hasta la cacha. Me sentí tranquilo, porque mi
hermana y yo nos habíamos quitao de encima al viejo malparido.¡No sea grosero!
me dirá el viejo baboso con cara de sapo ¡Está bien! le contestaré yo.
Y
le diré al juez. Hágame el favor de informale a mi hermana que estoy preso. (Y
le daré la direción al cucho) Que venga a
veme Y pa”decile, que puede ir al rancho a sacar a la guaricha que el
viejo llevó a vivir después de la muerte de la cucha: Que el rancho es de ella, que el rancho es mío, que el rancho
es de nosotros. Que puede ise a vivir en el. Y pa” decile, que cuando salga de la cana, podemos vivir
juntos. Que yo trabajaré y le ayudaré a criar el bastardito. Que viviremos
pobres, pero a lo bien. Y le diré
al cucho con cara de sapo ¡Si, señor juez! Por todo lo que le he contao fue que
maté al viejo, y ahora, la justicia ¡Puede hacer lo que le de la puta gana!
En
seguida, el juez le ordenará a dos tombos que me lleven de regreso al calabozo.
Me acostaré sobre mi colchón con olor a orines y a cosas podridas. Pondré la
cabeza sobre la almohada brillante por tanta grasa acumulada y boca arriba
pensaré:
Por
hay debe venir la cucaracha con su paso menudito y sus antenas moviéndose de
lao a lao como si me estuviera estudiando.
Pero
esta vez ¡No la perdono! Si me da papaya, le pongo la pata encima y la vuelvo
una masa irreconocible ¡O no! Mejor creo que no pueda matala ¿Saben porqué?
Porque yo ¡No soy un asesino!
FIN
sábado, 10 de junio de 2023
El soneto
A
TI
A ti que con amor
todo lo llenas
y en tu cruel soledad triste y llorosa,
vas deshojando la fragante rosa
de tu dolor y tus amargas penas.
He de volver… y en horas tiernas, plenas
de inmenso amor decirte que eres diosa
con dulces versos o
elegante prosa
en noches azuladas y serenas
Acariciar tu cabellera blonda,
unirme a ti con amorosos lazos
mientras se escucha del reloj su ronda.
Y a tenue luz del lampo de la mesa,
descansar quiero entre
tus suaves brazos
inclinando en tu pecho mi cabeza.
A. Marín E.
viernes, 28 de abril de 2023
Un poema para hoy
Gaviota y nube
Va volando una gaviota por la
viernes, 18 de noviembre de 2022
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Encuentro amargo J. Antonio Marín E. -Quien esté libre de pecado, arroje contra ella la primera piedra- Juan 8-7 La ci...