HAY UNA MUJER
HAY UNA MUJER
Poema de la ira
Hace frío sin ti, pero se
vive (Roque Daltón)
Quien te dijo,
malparida, que mi dolor es
una dádiva a tu ausencia.
Quien te dijo que
todos los caminos se han tornado de ida y
yo sigo esperando, con los
ojos callados,
ver tus
pasos de vuelta.
Quién pasó para
decirte que no me queda nada
Y que incluso la nada me falta, y tú presencia.
Que espejismos llevaron
con sed a tus oídos
Para que te acordaras
lejana de mi angustia.
No, no lo creas todo porque
apenas si duele
No me juego la vida
Me sangran las heridas, no
lo niego,
Entre el plexo solar y las
negras entrañas
tengo un vacío abierto
que amenaza (constante) con romper mis
costillas y trasmigrar
en polvo mi gastado
esqueleto.
Es cierto también que he
perdido los
miembros,
Dejé de usar las
piernas y han perdido sentido
Las cuencas de mis manos
que insisten en
tocar
tu dulcísimo seno (hasta
cerrar los ojos y
recuerdo).
Sí, me estoy quedando
ciego y al final de la
noche
miro hacia el horizonte y
apena si distingo la
sangre de la aurora.
¿Qué te puedo decir? Me
deshago.
Pero no creas todo porque
todo no alcanza,
No seas ingenua y tonta
Yo no le temo al
barro
No creas que aquí ya nada
es bello
que atardece en mil grises y que apenas la
Sombra
Me cubre con sus fríos. No
es como si la
fuente
de mis exhalaciones, de
todos mis respiros se
hubiera
evaporado dejándome sediento y a punto de
asfixiarme,
sin aire, sin un toque de
brisa , en este atroz
desierto.
¿Quién te ha dicho que
muero?
Nadie, nadie se atrevería a decir que en mi
casa
las aves carroñeras han
formado sus nidos
y devoran, hambrientas las
ventanas
abiertas,
los marcos de las puertas,
las rejas, las
cenefas,
los pisos con su brillo,
tus armarios vacíos,
los vasos para el agua,
el jabón de lavar y hasta
la tubería.
Nadie confesaría
que entre tanto despojo
pervivo yo
horroroso,
sentado en una silla que
apenas si presiente
la humildad de mi cuerpo
menguado por la
ausencia
(no la tuya, la mía) y la
falta de sueño.
Nadie, nadie si me conoce,
dirá
Que en esta silla vegeto
desde agosto,
exactamente el trece
(día de mala suerte) en
que saliste airosa
arrastrando con sorna tus
falsos
ademanes de libertad de
día, y me dejaste
preso.
Quien te dijo que espero,
ahí, aquí
o en cualquier lado,
anclado en el recuerdo
de una vieja caricia, del
beso de febrero,
de la tarde en que
impúdicos ocultamos las
manos entre los pantalones
(yo las tuyas, tú
las mías)
y tocamos con júbilo y
torpes movimientos
la fuente humedecida de la
vida.
¿Te parece, acaso, que
pienso en los detalles?
Tal vez, recuerdo
claramente, podría
Dibujarlo,
Tu desnudez sedienta
vencida por mi aliento,
diciendo con los ojos: tengo
en el cuerpo un
grito que
llevará tu nombre ( hoy
pienso que fue falso tu
grito,
tal vez hasta mi nombre).
Nadie, podría jurar que
nadie te reveló
el secreto que guarda mi
silencio:
no puedo decir nada, ya no
leo ni escribo,
le temo a las palabras, a
sus precisas sílabas
y a sus corvos acentos; me
siento condenado
y es posible que pronto me
quede sin empleo.
Pero estoy resignado,
prefiero que el silencio
Me alcance con su canto.
Odio los alfabetos
Porque en todos.
Lejano, se repite tu
nombre y no puedo
callarlo.
No, nadie ha dicho esas
cosas,
Nadie dice que aúllo
cuando llega la noche
Y que en este momento
justo a la nueve y
treinta
Luego de ochenta versos
(talvez un poco
menos)
temo que mis palabras sean
en verdad un
ruego
que se repite antiguo, con
la intención
honesta
de implorar tu regreso.
Tal parece que nadie te ha
dicho demasiado,
pero no se equivoca.
Tomado de; Palabras entre
dos ríos
(Nuevos poetas Pereiranos)
Julio César Marín E
Cuando se muere el amor
MARÍA AMPARO HERNÁNDEZ
.
¡LLANTO DE POETA!
El
manantial salino de mis ojos,
El
volcán que en mi pecho casi
estalla
Y
el grito adolorido que se calla
Los
convierto en poemas sin abrojos.
Y
si tú escuchas mi llanto de poeta
Hoy
mi musa se encuentra acongojada
Me
ha ofrecido una copa acibarada,
Trago
que libo con valor de asceta.
No
preguntes por qué de mis lamentos
Sigue
tus pasos, busca tu sendero
Que
guiaran a tu propio derrotero.
Yo
seguiré al raudal de mis tormentos
Mañana
serán arroyos cristalinos
Donde
calmen la sed los peregrinos.
Libro de Josué
Capítulo VIII
Conquista de la ciudad de Hai.
1. Dijo después el Señor a Josué: No temas, ni te
acobardes: toma contigo toda la gente de
guerra, y puesto en marcha sube a la
ciudad de Hai; sábete que tengo entregado en tus manos su rey y el pueblo, y la ciudad y su territorio.
2. Y tratarás a la ciudad de Hai y a su rey, como trataste a Jericó y al rey
de ella: bien que os repartiréis entre
vosotros el botín y todos los animales. Para el intento pondrás una emboscada detrás de la ciudad.
3. Partió, pues, Josué y con él todo el ejército de
los combatientes, y se dirigieron contra Hai; y destacó de noche treinta mil soldados escogidos de los más valientes
4. Y dióles orden, diciendo: Poned una emboscada a espaldas de la ciudad; vosotros no os alejéis mucho de ella; y manteneos todos
sobre las armas.
5. Que yo y la demás gente que tengo conmigo nos acercaremos por la parte opuesta contra la ciudad, y en saliendo ellos contra
nosotros, echaremos a huir como antes hicimos, volviendo las espaldas;
6. Hasta que persiguiéndonos se alejen mucho de la ciudad, creyendo, como creerán, que huimos al modo que la vez
primera.
7. Entonces mientras
vamos huyendo y ellos siguiéndonos al alcance,
saldréis de la emboscada y
saquearéis la ciudad. La cual el Señor
Dios vuestro pondrá en vuestras manos
8. Y apoderados de ella, le pegarán fuego,
ejecutándolo todo puntualmente como lo
he mandado.
9. Así los despachó;
y marcharon al sitio de la emboscada, y se apostaron entre Betel y Hai. A la parte occidental de la ciudad de Hai, Josué pasó aquella noche en medio del desierto.
10. Y levantándose al
romper el día pasó revista a su
gente, y se puso en marcha con los
ancianos del pueblo al frente del
ejército, sostenido del grueso de sus valientes tropas.
11. Llegados que fueron, y subiendo por frente de la
ciudad, hicieron alto a la parte norte, mediando un valle entre ellos y la
ciudad.
12. Había Josué escogido cinco mil hombres, y puéstolos en
emboscada entre Betel y Hai, al poniente
de la ciudad.
13. Todo el resto del ejército marchaba formado en
batalla con dirección al norte, de tal
manera que sus últimas filas tocaban al
lado occidental de la ciudad. Habiendo,
pues, marchado Josué al fin de aquella noche, se apostó en medio del valle.
14. Lo cual como viese el rey de Hai salió de mañana a toda prisa de la ciudad con todo su ejército , y
encaminó sus tropas hacia el desierto si
saber que dejaba una emboscada a sus
espaldas.
15. Josué y todo Israel fueron cediendo el terreno, fingiendo miedo, y
echando a huir por el camino del desierto.
16. Con lo cual los de Hai alzando a una
el grito, y animándose mutuamente,
los fueron persiguiendo. Y cuando estuvieron lejos de la ciudad.
17. sin que
hubiese quedado ni siquiera un hombre en
Hay y en Betel que no fuera al alcance
de los Israelitas (Dejando abiertas las puertas
por donde salieron de tropel)
18. dijo el Señor a Josué: Levanta el broquel que
tienes en tu mano contra la ciudad de Hai, porque voy a entregártela.
19. Alzado que hubo el broquel contra la ciudad, de
repente salieron al ver esta señal los
que estaban ocultos en la emboscada, y
encaminándose hacia la ciudad, la tomaron y pegaros fuego a varios edificios.
20. Entonces los de Hai que iban persiguiendo a Josué,
volviendo la cabeza , y viendo el humo de la ciudad que subía hasta el cielo, se tuvieron arbitrio para
escapar por ningún lado; sobre todo cuando los que aparentaron huir y
encaminarse hacia el desierto , atacaron con el mayor denuedo a los que los iban persiguiendo.
21. Viendo, pues Josué, y todo Israel, con esta seña, que la ciudad
había sido tomada, como iba subiendo el humo de ella, volviéndose atrás,
hicieron cara a los de Hai, y los pasaron a cuchillo.
22. Porque al
mismo tiempo, los que habían tomado e
incendiado la ciudad, salieron también de ella
para unirse con los suyos, comenzaron a acuchillar a los enemigos, los cuales cogidos en medio,
fueron de tal suerte destrozados por ambas partes, que de tanta muchedumbre
ninguno pudo salvarse.
23. También prendieron vivo al mismo rey de la ciudad
de Hai, y le presentaron a Josué.
24. Muertos así todos los que fueron persiguiendo a
Israel camino del desierto, y pasados a cuchillo en el mismo sitio, volvieron los hijos de
Israel, y asolaron la ciudad.
25. Los que perecieron en esta jornada entre hombres y mujeres, fueron doce mil,
todos vecinos de la ciudad de Hai.
26. Josué empero no bajó la mano con que había levantado en alto el broquel, hasta que fueron pasados a cuchillo todos los moradores de Hai
27 Mas las bestias y demás botín de la ciudad se la repartieron entre sí los
hijos de Israel como el Señor había
ordenado a Josué.
28. El cual puso fuego
al resto de la ciudad, y la redujo para siempre a un montón de escombros.
29. Colgó también de un patíbulo a su rey hasta la tarde al ponerse el sol, en que por
mandato de Josué descolgaron el cadáver
de la cruz, y lo arrojaron en la misma
entrada de la ciudad, levantando sobre él un gran montón de piedras, que
permanece hasta el día de hoy.
La cañada de los muertos
Llegaron por el camino principal. Eran cuatro. No hablaron. Sólo se apearon. Amarraron sus monturas en el enchambranado. Entraron a la cantina silenciosa, silenciosa y solitaria, solitaria y triste, triste y vieja. Viejísima como la familia que había habitado aquel caserón destartalado y polvoriento desde tiempos inmemorables. Tomaron asiento. La mesa de madera roída por los años y por el uso, emitió un ruido extraño al sentarse los cuatro hombres llegados de la cordillera..
-Son desconocidos- dijo la vieja Toña a su nieta antes de salir a
atender a sus únicos clientes.
-Queremos cerveza- Dijo quien parecía ser el jefe. La vieja
arrastrando sus pies cansados, hinchados y deformes por los años y el trabajo,
fue al mostrador, tomó cuatro cervezas, sacudió las telarañas que las cubrían y
las llevó a la mesa donde los hombres miraban con nerviosismo hacia el camino
cubierto de polvo y de pequeños barrancos.
La nieta, por entre los rotos de la cortina, observaba con ojos
saltones. Le pareció reconocer en aquellos hombres a los que varios años atrás,
habían asesinado a su familia arrojándolos a la cañada de los muertos donde
tendrían que podrirse, por que allí, en aquel lugar maldito, ni las aves
carroñeras hacían presencia.. No estaba segura.
Pero extrañamente un profundo temor le invadió el alma. Su abuela Toña no se
inmutó. Se dedicó a atender con pronta
lentitud a sus nuevos clientes.
-Es que los años embotan la memoria- Pensó la nieta.
- Por eso mi abuela no se acuerda- -¡Pero yo sí-
-¿Usted es de la familia de Gumersindo Uchibanco?
-¡Sí!, ¡Así es!- Al responder, una honda tristeza se reflejó en su
mirada.
-¡Si señor!- Prosiguió la anciana. – A él, a mi único hijo, lo mataron
en compañía de toda su familia hace ya varios años-.
Afuera el silencio era pesado,
tan pesado, que parecía que una terrible carga pendiese sobre aquel paraje. El
calor se filtraba por entre el aire de la estación seca que se había prolongado
mucho.
¿Queda alguien más con vida de
la familia de Gumersindo Uchibanco? Preguntó otro de los hombres que habían
bajado de la cordillera.
-Sí señor- respondió la vieja. –Queda mi nieta-, -de la familia de mi
hijo Gumersindo, solo quedamos mi nieta y yo-…. –yyyy …¿Vive su nieta con
usted?- -Sí señor- respondió la vieja Toña.
-¡Llámela! Ordenó el hombre.
-¡Juanitaaa!- Llamó la anciana, e inmediatamente apareció por la
puerta, haciendo a un lado la ruinosa cortina una mujer tan joven que aún
parecía una niña.
–Aquí estoy abuela- respondió nerviosa la joven. En su rostro apareció
una palidez comparable solo con la de la muerte.
.-Hay que buscar y desaparecer
todo residuo del apellido Uchibanco, hay que lanzarlos al infierno, que
paguen entre todos el crimen de haberse rebelado contra su señor, hay que
matarlos a todos aunque al final quede totalmente llena la cañada de los
muertos-.
Y ahí van los cuatro jinetes a cumplir la orden. Tienen que seguir
buscando hasta desaparecer el apellido maldito. Para ellos, sólo hay una voz
para obedecer. La voz del amo y señor de la región.
FIN
Metáfora triste
Ya caen las sombras….Las prístinas sombras
a la tarde triste…a la vieja tarde…
Entre la penumbra que cubre inclemente
a la agreste vía que va hacia lo eterno,
mustio caminante con alma cansada y cuerpo rendido
avanza silente, hacia las regiones de paz y de olvido.
¡De pronto hace un alto!..
Gira su cabeza lenta y mansamente…
Entorna sus ojos cargados de años: cansados y tristes.
Su opaca mirada muy poco distingue
De lo que ha dejado allá en lontananza.
Claros aurorales, luces matinales
Cielos azulados, mares espumantes,
Frescos sefirales, gorjeos y trinos,
Aguas murmurantes, efluvios florales,
Risas infantiles, llantos infantiles,
Cuerpos juveniles, amor y pasiones,
pechos tremolantes y sexos quemantes.
¡Que triste es la tarde!...¡Que sola es la tarde!
¡Mira hacia adelante…ahí están las sombras,
Las gélidas sombras…la eternas sombras.
FIN
Sabiduría del cuerpo
Para reflexionar:
cuando el ejercicio físico responde a la necesidad
interior de sentirnos saludables y a gusto con nosotros mismos y no al capricho generalmente vano de parecernos a los y las modelos que nos muestran las revistas de moda y de farándula está plenamente justificado y nos hace crecer espiritualmente. Al
respecto, nada mejor que las sabias,
hermosas y profundas máximas que
escribió el entrenador
norteamericano de gimnasia de
mantenimiento Steve Ilg, una autoridad
mundial en la materia.
Tu cuerpo es una obra de arte, intrincada en sus funciones, única en su mezcla de
atributos y habilidades. ¡Celébralo!
¡Estás hecho maravillosa y singularmente!
Las células de tu cuerpo están formadas por materia reciclada desde el principio del universo, eres polvillo
de estrellas.
¡Deja que brille tu luz!
Tu cuerpo es hermoso tal como es. No es necesario que se
acomode a criterios de belleza
impuestos. lo que importa es como lo ves, como lo sientes y como funciona de acuerdo
con tu propio criterio.
Así como la planta
prospera con el agua y con la
caricia del sol, de la misma manera tu
cuerpo prospera en contacto y al
calor de otros cuerpos. da y recibe algún abrazo cada día.
Steve Ilg
Conócete a ti mismo
¿Quién manda
a quién?
Desde el
punto de vista de nuestro cuerpo y nuestra apariencia personal, no cabe
duda de que debemos obediencia a los que podríamos llamar los mandamientos
de la salud y de la higiene. Lo mismo puede decirse de la disciplina de estudio que debemos seguir si
queremos hacer verdaderos
progresos en el terreno
intelectual. O de la sensibilidad que
debemos cultivar para hacer cada día más cordiales y humanas las relaciones con nuestros semejantes. Ahora bien, la puesta
en práctica de todo ello sería imposible
sin el concurso de nuestra voluntad, que
es la poderosa herramienta por medio de
la cual llevamos a cabo los propósitos,
metas, y sueños que nos fijamos en ejercicio de nuestra libertad.
“Juventud honrosa, Vejez sabrosa (Refrán popular)
El cuidado personal se construye a partir de una sólida autoestima fundada en el conocimiento interior de sí mismo y de los deberes y derechos que se tienen como persona y como ciudadano.
Así podría entenderse la conocida frase
de: “Conócete a ti mismo” que los
antiguos filósofos pregonaban hace más
de dos mil años.
La persona que se conoce a sí misma sabe cuáles son sus capacidades y sus debilidades y está mejor preparada para afrontar la vida que aquella que vive de las apariencias y cree, por ejemplo, que
la gente más por sus posesiones
materiales que por sus cualidades humanas.
De poco vale cuidar
celosamente nuestro aspecto exterior y estar siempre bien
presentados e impecables si no prestamos la misma o mayor atención a nuestro crecimiento en el plano social, intelectual, moral y espiritual.
El cuidado personal es
pues un concepto integral, que no puede ignorar
o dejar por fuera ninguno de los
aspectos que nos componen como seres
humanos. Visto de esta manera, se convierte en la expresión más clara de nuestra dignidad, entendiendo por dignidad nuestra condición de seres dotados de razón, voluntad y libertad lo cual
nos hace a su vez merecedores de estima y de respeto.
Derechos y deberes
Entre
líneas….
“La clase
no es un disfraz, no se compra, no se ostenta. La clase viene de adentro, es una especie de dignidad interior, implica integridad, coherencia, es
una actitud hacia la vida que nutre la solidez interna que se tenga. Es tener una
sensibilidad especial para captar lo que el otro quiere, busca o necesita. Una
habilidad para complacer, para amar,
para dar. Es ser auténtico y fiel con uno mismo y con sus principios que nada
tiene que ver con lo económico, con la
posición social o con el apellido.
Platón decía: “Hay sabidurías que no se
pueden enseñar, solo aprender”. Creo que este principio se puede aplicar en este asunto de “tener clase” Es de las
cosas que un hijo no hereda. La
obtiene sólo a través del ejemplo que recibe.”
Gaby
Vargas “El arte de convivir en la vida
cotidiana”
Deberes y derechos
De la
persona para con la sociedad
Conservar la vida y esmerarse por vivir dignamente
Convivir con las demás personas.
Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios.
Obedecer la ley.
Obrar con solidaridad y defender los derechos humanos.
Participar en la vida política, cívica y comunitaria.
Propender por el logro
y mantenimiento de la paz.
Colaborar con la justicia
Proteger los recursos
culturales y naturales del país.
Velar por la conservación
de un medio ambiente sano.
De la
sociedad para con la persona
Respetar su
libertad e igualdad en derechos con los demás seres humanos.
Proteger su
vida, su integridad física, su salud, su
honor, su nombre y apellido y su
intimidad.
Facilitarle
los medios y las condiciones que le posibiliten llevar una vida digna, en la
que pueda participar de los bienes
producidos por la sociedad.
No someterla
a desaparición forzada, a torturas ni a
penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Amigos en el
conflicto
Armonía consigo mismo
Los conflictos no son algo que sucede exclusivamente entre dos personas o más.
Existen también conflictos
intrapersonales, esto es, conflictos con
uno mismo.
Es preciso establecer
relaciones armónicas con nosotros
mismos es decir: ser creativos para resolver nuestros propios conflictos. Esto
nos dará más herramientas para enfrentar
los conflictos que involucren a otros
Entender antes que juzgar
Emitir
juicios sobre los demás no es
precisamente una ayuda a la hora de
resolver de la mejor manera nuestros
conflictos
Muchas veces, en nuestra vida diaria, juzgamos a las demás
personas, aún sin darnos cuenta de ello. Al juzgarlas les atribuimos características que talvez no le corresponden o que tal vez no las describen completamente como son.
Por ejemplo, si un amigo llega tarde a una cita y esto nos causa molestia, tendemos a llamarlo incumplido, sin
detenernos a pensar que muy seguramente
en otras ocasiones ha sido puntual.
Si para manifestar
nuestra molestia la decimos a
nuestro amigo que él es una persona incumplida,
sucede que lo estamos catalogando como
una persona que siempre llega tarde o
que nunca cumple las cosas que promete,
cuando en realidad lo único que queremos decirle es que estamos molestos porque esta vez ha llegado tarde.
No juzgar significa entender que la otra persona actúa como mejor ha creído hacerlo y que no porque haya hecho algo que no nos gusta siempre
actuará de ese modo.
De lo contrario. ¿Si nuestro amigo es siempre una persona incumplida, como
podría cambiar entonces su comportamiento? No le estaríamos permitiendo esa posibilidad.