jueves, 17 de noviembre de 2022

Un poema

 

VORAGINE

Poeta…Detente…

Templa tu lira, tu doliente lira y escucha atentamente a la negra musa de la melancolía.

Observa como pasa por la calzada triste la pobre humanidad envuelta en polvaredas y humaredas fatales, venenosas, letales.

Mira…Ahí va un niño negro, esqueleto viviente, de ojos desorbitados y boca agonizante oculta entre las moscas inmundas y zumbantes.

Un estudiante avanza que no ha desayunado; que no ha desayunado como otros en su clase; a su lado un obrero, huérfano de esperanzas va gritando cual loco exigiendo sus pagos.

Va un rico empobrecido tres veces secuestrado por altivo y  avaro; por avaro y soberbio secuestrado tres veces.

Va una madre llorosa con sus pechos vacíos apuntando al eterno, quien silenciosamente no ha escuchado sus quejas.

Va una señora noble que se ha prostituido y con ella una niña harapienta, violada; víctima que no entiende del incesto malvado.

 Pasan los valerosos, los invencibles, los intocables y altivos militares de graníticos rostros y almas gelatinadas.

Políticos corruptos, gobernantes corruptos, militares corruptos, religiosos corruptos, etcétera  corruptos, en carrera imparable hacia el abismo ardiente.

Niños, jóvenes y viejos envueltos en el fango de de amargas inconciencias y vicios putrefactos matones de la vida, corren al precipicio de eternas perdiciones.

Y tú…

Oh! dolido poeta, habitante de arcanos.

Oh bardo soñador, amante de tristezas.

Oh aeda solitario pensativo y doliente, que haces ahí en la acera. Impotente….Lejano.

Esgrimiendo tu pluma. Pidiendo amaneceres de amor, de paz y de justicia. Soñando en ilusiones, amando a lo infinito y buscando a un Dios perdido.

Mirando con tristeza la turba enloquecida que va llegando ciega al averno infamante de orates dominantes. Pirómanos del mundo con armas que aceleran su destrucción ardiente.

Y caerá el silencio…Y cubrirá la noche…

Y ya no habrá más vida…Y reinará la muerte.

Fin