viernes, 18 de marzo de 2022

Cuentos míos



Camino a las sombras

¡Ya, comadre Dolores! ¡Haga un esfuercito y no llore más, mire que se va a enfermar de tanta tristeza!; entienda que el camino es largo y muy cansón, y usté ve que este bus viejo y destartalao  hace mas ruido que quién sabe que. Yo se comadre que ha sufrido mucho y que ha pasao ratos muy dolorosos; pero, hay que ser juertes  ante las alversidades comadrita, como decía el padre Jonás  a quién también mataron  por estar diciendo  desde el púlpito quienes eran los que cometían todas las cosas malas que iban a suceder, que sucedieron y que dejaron a nuestro pueblo convertido en un montón de escombros y de cadáveres. 

¡Mire Doloritas! ¡Quítese ya ese pañolón  que le cubre la cabeza   y no deja vele el rostro!;  lleva ya tres días que solo se le va en llorar y llorar; y, desde que salimos montadas en este bus que se mueve mas que quién sabe que, ajuyendo de lo que quedó del pueblo después que se terminó el combate entre los paracos  que bajaron del cerro, y los guerrillos que estaban ya en la plaza, a usté se le acabó lo poco que le quedaba de vida.

Pero, ¡Dígame algo! ¡No siga tan callada, mire que eso le  hace mas daño! Yo se que los guerrillos le mataron a su marido cuando trató de  impedir que  se llevaran pal monte a su hijo mayor ¡Pobrecito! Con solo    catorce años tuvo que ise a sufrir hambre y  malos tratos de  gente extraña, dizque por que este país había que cambialo.  ¡Pero comadrita!  ¿Hay que cambialo haciendo matar a los mas pobres como nosotros que no tenemos donde caenos muertos?

¡Usté siempre me ha dicho que yo hablo mucho!, pero es mejor así comadre porque sino el viaje nos mata. ¡Bueno Dolores, no diga nada sino quiere! ¡Pero es que usté si es muy de malas, Mija! Llevásele los paracos a su otro hijo pa” acabar de completar sus desgracias.

¡Ay! No me haga acordar Doloritas ese día tan horrible cuando se agarraron  guerrillos  y paracos ¡Eso fue muchas balacera tan espantosa, mija! Me acuerdo como explotaban esas pipas de gas cargada con no se que cosa, como volaban por los aires los techos de las casas, de la escuelita, del centro de salud, como la iglesia la dejaron convertida en un montón de madera y de pedazos de tejas. Me parece ver la imagen de nuestro señor Jesucristo toda rota y llena de agujeros por la cantidad de tiros que le hicieron unos y otros, cómo  entre su propia sangre agonizaban en medio de la plaza y en la calle muchos de nuestros vecinos. Pero, ¡Contésteme  alguna cosa!, ¿no ve que  también voy a llorar?

¡No! Pero es que usté si no mija! ¡Es que otra como usté pa” de malas, yo no conozco! Encontrar  entre los combatientes muertos a sus dos hijos, uno al lado de los paracos y otro al lado de los guerrillos ¡No, eso es el colmo, con razón usté  a llorao tanto y no quiere hablar! Yo creo que usté está más bien como dormida, pero mejor, así descansa de tanto dolor.

¡Dolores!… ¡Dolores! … Despierte pa”que descansemos un poco y tomemos algo ya que el señor chofer paró un momentico.  

¡Dolores!, ¡Dolores! ¿Que  le pasa? ¿Por que está tan fría? ¡Ay Dios mío!, Dolores está muerta, Dolores está muerta. ¡Por favor  señor chofer, ayúdeme a bajala del bus!  ¡Yo mejor me vuelvo a enterrame en lo que quedó de mi pueblo! Me vuelvo   con mi comadre  a enterrala al lao de su marido y de sus hijos, y ha esperar  que   llegue mi  turno para ayudar a cambiar este país.

 

                                                    FIN