Camino a las sombras
¡Ya,
comadre Dolores! ¡Haga un esfuercito y no llore más, mire que se va a enfermar
de tanta tristeza!; entienda que el camino es largo y muy cansón, y usté ve que
este bus viejo y destartalao hace mas
ruido que quién sabe que. Yo se comadre que ha sufrido mucho y que ha pasao
ratos muy dolorosos; pero, hay que ser juertes
ante las alversidades comadrita, como decía el padre Jonás a quién también mataron por estar diciendo desde el púlpito quienes eran los que cometían
todas las cosas malas que iban a suceder, que sucedieron y que dejaron a
nuestro pueblo convertido en un montón de escombros y de cadáveres.
¡Mire
Doloritas! ¡Quítese ya ese pañolón que
le cubre la cabeza y no deja vele el
rostro!; lleva ya tres días que solo se
le va en llorar y llorar; y, desde que salimos montadas en este bus que se mueve
mas que quién sabe que, ajuyendo de lo que quedó del pueblo después que se
terminó el combate entre los paracos que
bajaron del cerro, y los guerrillos que estaban ya en la plaza, a usté se le
acabó lo poco que le quedaba de vida.
Pero,
¡Dígame algo! ¡No siga tan callada, mire que eso le hace mas daño! Yo se que los guerrillos le
mataron a su marido cuando trató de
impedir que se llevaran pal monte
a su hijo mayor ¡Pobrecito! Con solo
catorce años tuvo que ise a sufrir hambre y malos tratos de gente extraña, dizque por que este país había
que cambialo. ¡Pero comadrita! ¿Hay que cambialo haciendo matar a los mas
pobres como nosotros que no tenemos donde caenos muertos?
¡Usté
siempre me ha dicho que yo hablo mucho!, pero es mejor así comadre porque sino
el viaje nos mata. ¡Bueno Dolores, no diga nada sino quiere! ¡Pero es que usté
si es muy de malas, Mija! Llevásele los paracos a su otro hijo pa” acabar de completar
sus desgracias.
¡Ay!
No me haga acordar Doloritas ese día tan horrible cuando se agarraron guerrillos
y paracos ¡Eso fue muchas balacera tan espantosa, mija! Me acuerdo como
explotaban esas pipas de gas cargada con no se que cosa, como volaban por los
aires los techos de las casas, de la escuelita, del centro de salud, como la
iglesia la dejaron convertida en un montón de madera y de pedazos de tejas. Me
parece ver la imagen de nuestro señor Jesucristo toda rota y llena de agujeros
por la cantidad de tiros que le hicieron unos y otros, cómo entre su propia sangre agonizaban en medio de
la plaza y en la calle muchos de nuestros vecinos. Pero, ¡Contésteme alguna cosa!, ¿no ve que también voy a llorar?
¡No!
Pero es que usté si no mija! ¡Es que otra como usté pa” de malas, yo no
conozco! Encontrar entre los
combatientes muertos a sus dos hijos, uno al lado de los paracos y otro al lado
de los guerrillos ¡No, eso es el colmo, con razón usté a llorao tanto y no quiere hablar! Yo creo
que usté está más bien como dormida, pero mejor, así descansa de tanto dolor.
¡Dolores!…
¡Dolores! … Despierte pa”que descansemos un poco y tomemos algo ya que el señor
chofer paró un momentico.
¡Dolores!,
¡Dolores! ¿Que le pasa? ¿Por que está
tan fría? ¡Ay Dios mío!, Dolores está muerta, Dolores está muerta. ¡Por
favor señor chofer, ayúdeme a bajala del
bus! ¡Yo mejor me vuelvo a enterrame en
lo que quedó de mi pueblo! Me vuelvo
con mi comadre a enterrala al lao
de su marido y de sus hijos, y ha esperar
que llegue mi turno para ayudar a cambiar este país.