viernes, 18 de noviembre de 2022
En Halloween
Terror
¡Maldita
sea! No se porque me dio por quedarme hasta tan tarde en ese sucio y maloliente
bar, hablando mierda con ese grupo de borrachos degenerados y con aspecto de
mendigos. Allá estarán; echando humo
como locomotoras viejas y pelando sus amarillentos, deformes, sucios y escasos
dientes. ¡Pendejo que es uno! Aguantar
ese olor acre de sus sobacos y el sudor añejo de sus raídos trapos.
Entro y de un salto caigo sobre mi desvencijado lecho. ¡Y aquí estoy ya! Pero esa cosa está por aquí, siento su presencia. Y los malditos allá en el bar cagados de la borrachera; pero sin miedo.¡Oh! ¡Aquí está otra vez! De pie junto a mi lecho. Sus ojos como brasas. El relámpago deja ver su rostro… La calavera blanquea. Y esas manos huesudas, de uñas largas y filosas como navajas que se acercan a mi garganta, que me aprietan, que me ahogan, que me matan.
¡A
g..g..g..g..g. g!
jueves, 17 de noviembre de 2022
Un poema
Poeta…Detente…
Templa tu
lira, tu doliente lira y escucha atentamente a la negra musa de la melancolía.
Observa como
pasa por la calzada triste la pobre humanidad envuelta en polvaredas y
humaredas fatales, venenosas, letales.
Mira…Ahí va
un niño negro, esqueleto viviente, de ojos desorbitados y boca agonizante
oculta entre las moscas inmundas y zumbantes.
Un
estudiante avanza que no ha desayunado; que no ha desayunado como otros en su
clase; a su lado un obrero, huérfano de esperanzas va gritando cual loco
exigiendo sus pagos.
Va un rico empobrecido
tres veces secuestrado por altivo y
avaro; por avaro y soberbio secuestrado tres veces.
Va una madre
llorosa con sus pechos vacíos apuntando al eterno, quien silenciosamente no ha
escuchado sus quejas.
Va una
señora noble que se ha prostituido y con ella una niña harapienta, violada;
víctima que no entiende del incesto malvado.
Políticos
corruptos, gobernantes corruptos, militares corruptos, religiosos corruptos,
etcétera corruptos, en carrera imparable
hacia el abismo ardiente.
Niños,
jóvenes y viejos envueltos en el fango de de amargas inconciencias y vicios
putrefactos matones de la vida, corren al precipicio de eternas perdiciones.
Y tú…
Oh! dolido
poeta, habitante de arcanos.
Oh bardo
soñador, amante de tristezas.
Oh aeda
solitario pensativo y doliente, que haces ahí en la acera. Impotente….Lejano.
Esgrimiendo
tu pluma. Pidiendo amaneceres de amor, de paz y de justicia. Soñando en
ilusiones, amando a lo infinito y buscando a un Dios perdido.
Mirando con
tristeza la turba enloquecida que va llegando ciega al averno infamante de
orates dominantes. Pirómanos del mundo con armas que aceleran su destrucción
ardiente.
Y caerá el
silencio…Y cubrirá la noche…
Y ya no
habrá más vida…Y reinará la muerte.
Fin
El soneto---La vida, el dolor, la tristeza
y en tu cruel soledad triste y llorosa,
vas deshojando la fragante rosa
de tu dolor y tus amargas penas.
He de volver… y en horas tiernas, plenas
de inmenso amor decirte que eres diosa
con dulces versos o
elegante prosa
en noches azuladas y serenas
Acariciar tu cabellera blonda,
unirme a ti con amorosos lazos
mientras se escucha del reloj su ronda.
Y a tenue luz del lampo de la mesa,
descansar quiero entre
tus suaves brazos
inclinando en tu pecho mi cabeza.
viernes, 26 de agosto de 2022
Encuentro
amargo
J. Antonio Marín E.
arroje contra ella la primera piedra-
Juan 8-7
La
ciudad, con sus interminables calles iluminadas por la blanquecina luz de las
lámparas de mercurio, y por las intermitencias de los avisos de neón, se envolvía en una espesa niebla de
soledad y silencio. Solamente, en los diferentes centros de diversión se
escuchaban las notas de las orquestas y de los stereos con las que los amigos de la vida nocturna
trataban de olvidar sus preocupaciones y sus penas. Con la cabeza gacha y con
las manos entre los bolsillos, los
ebrios caminaban por el centro de la
vía rumbo a sus quizás empobrecidos
hogares.
La
noche de aquel sábado había avanzado mucho cuando (después de haber estado en
otros sitios de diversión) ingresaba yo en compañía de dos amigos a la casa de
citas “Nelly” en cuya sala, amplia y
perfectamente decorada, estaban sentados sobre sillones
abollonados y finos los clientes de aquel burdel en compañía de ultrajadas
mujeres que traficaban con sus cuerpos, quizás por no dejarse morir de hambre
al no tener otra alternativa en su dura y viciosa vida.
Cada
una de las mesas estaba surtida con licores abundantes y variados. El humo de
cigarrillo inundaba el salón, humo que
al mezclarse con la escasa luz que irradiaban las pocas lámparas que allí
había, formaba una tenue nube roja que cubría todo aquel lugar.
El
olor era una mezcla de perfumes, tabaco y licor en las más variadas formas. Los
besos y las caricias cargadas de lujuria, era la nota predominante en aquel
lupanar donde llegaban como llegamos nosotros
toda clase de bohemios; unos, quizás huyéndole a problemas conyugales;
otros, en busca de nuevas aventuras o quizás con ánimo de comprar por unos
cuantos pesos algunos momentos de frío y metálico amor, o por simple y llana
curiosidad.
En
el fondo, y sobre una pequeña pista de baile construida en madera, tres parejas
danzaban (tan juntos que parecían uno solo) al ritmo lento y cadencioso de un
bolero romántico y tristón cuyas notas impregnaban el adormecido ambiente.
Aquellos falsos enamorados tenían muy poco para decirse. La risa nerviosa de
alguien se escuchaba en algún sitio de aquel lugar de vicio y de sexo, donde
los clientes trataban de explotar al máximo la mercancía que habían tomado en
alquiler. Cada uno de los compañeros de farra
ocupó su respectivo asiento alrededor de una mesa de vidrio sobre la
cual, la dueña del establecimiento colocó una botella de ron cuyo contenido escaseaba rápidamente en cada brindis, y
allá, junto al mostrador, cuatro meretrices esperaban el llamado
de los clientes.
De
pronto, un hombre ya maduro, de escasos cabellos y bigote negro, con una seña
de su dedo índice invitó a su mesa (contigua a la nuestra) a una de las damiselas que mostrando sus encantos
charlaba animadamente con sus compañeras.
La mujer, con un falso movimiento de caderas, se sentó muy cerca de
aquel que se había interesado en ella.
El
licor empezaba a hacerme efecto, y en medio del sopor, observé detenidamente a
aquella que al sentarse había quedado exactamente frente a mí. Sus cabellos
rubios estaban perfectamente peinados para la ocasión. Sus labios sensuales
pintados de rojo combinaban perfectamente con el resto de su maquillaje,
maquillaje que ocultaba un rostro de
exquisita belleza deformada no solamente por los años, sino por las largas e
innumerables noches perdidas en el licor y en el sexo.
FIN
lunes, 18 de abril de 2022
La poesía:el amor, el dolor, la tristeza
Danza fúnebre
en lejano
horizonte,
espesos nubarrones
anuncian la tormenta.
El viento
estremece con furia la arboleda
y el golpe del
relámpago azota el infinito.
Mi alma cual la
tarde se cubre de amargura,
te miro ahí,
envuelta en tu mortaja,
esa paz en tu
rostro, parece que soñaras
y el negro de tus pestañas
contrasta con la
tersa blancura de tu frente.
No me hablas...
No me escuchas...
No me miras...
Y esta soledad
inmensa;
Y esta angustia
infinita;
y este dolor sin nombre
que me desgarra el
pecho.
La gente compasiva me mira y compadece.
Dime amor...
¿Qué voy a hacer
ahora, con estos nuestros hijos?
¿No ves que el
mayorcito no sabe que te has muerto?
No comprende que
en ti ya no existe la vida.
Con lastimeros
gritos te pide que despiertes;
el pobre
ingenuamente cree que estás dormida.
Mira...
La tierna
mujercita juega tranquilamente;
su alma angelical
no entiende la tragedia
y corre y brinca y
sonríe...
Dime...
¿Qué voy a
contestarle cuando por ti pregunte?
Y este, el más pequeño que duerme aquí en mis brazos,
ya no tendrá tu pecho con blancura de
lirio.
Ahora que despierte
exigirá tu seno;
no tendrá su
alimento y llorará de hambre.
Contesta...
¿Cómo he de
consolarle?
Ya te llevan al
frío campo santo
y yo me quedo
solo, solo, eternamente solo.
Te pido no te
vayas
No te lleves mi
vida,
No te lleves mi
alma.
Contéstame amor
mío.
Contesta
nuevamente,
¿Qué voy a hacer ahora,
con estos nuestros
hijos?.
miércoles, 13 de abril de 2022
domingo, 10 de abril de 2022
El soneto
no encuentro que decirte todavía,
solo esperando el inminente día
Doloroso y fatal de tu partida.
Hoy ya viejo y cansado de la vida,
deja que bese tu frente mustia fría,
deja que tome tu mano entre la mis
y llore como hombre tu partida.
Vete, madre, que todo está cumplido.
Márchate en paz, que aunque te encuentres lejos,
tu santo nombre llevaré prendido
para siempre en el fondo de mi alma,
y tu recuerdo, aún en mis años viejos,
me colmarán de paz, tranquilidad y calma.
sábado, 9 de abril de 2022
Para leer
Llegaron por el camino principal. Eran cuatro. No hablaron. Sólo se apearon. Amarraron sus monturas en el enchambranado. Entraron a la cantina silenciosa, silenciosa y solitaria, solitaria y triste, triste y vieja. Viejísima como la familia que había habitado aquel caserón destartalado y polvoriento desde tiempos inmemorables. Tomaron asiento. La mesa de madera roída por los años y por e uso, emitió un ruido extraño al sentarse los cuatro hombres llegados de la cordillera..
-Son desconocidos- dijo la vieja Toña a su nieta antes de salir a
atender a sus únicos clientes.
-Queremos cerveza- Dijo quien parecía ser el jefe. La vieja
arrastrando sus pies cansados, hinchados y deformes por los años y el trabajo,
fue al mostrador, tomó cuatro cervezas, sacudió las telarañas que las cubrían y
las llevó a la mesa donde los hombres miraban con nerviosismo hacia el camino
cubierto de polvo y de pequeños barrancos.
La nieta, por entre los rotos de la cortina, observaba con ojos
saltones. Le pareció reconocer en aquellos hombres a los que varios años atrás,
habían asesinado a su familia arrojándolos a la cañada de los muertos donde
tendrían que podrirse, por que allí, en aquel lugar maldito, ni las aves
carroñeras hacían presencia.. No estaba segura.
Pero extrañamente un profundo temor le invadió el alma. Su abuela Toña no se
inmutó. Se dedicó a atender con pronta
lentitud a sus nuevos clientes.
-Es que los años embotan la memoria- Pensó la nieta.
- Por eso mi abuela no se acuerda- -¡Pero yo sí-
-¿Usted es de la familia de Gumersindo Uchibanco?
-¡Sí!, ¡Así es!- Al responder, una honda tristeza se reflejó en su
mirada.
-¡Si señor!- Prosiguió la anciana. – A él, a mi único hijo, lo mataron
en compañía de toda su familia hace ya varios años-.
Afuera el silencio era pesado,
tan pesado, que parecía que una terrible carga pendiese sobre aquel paraje. El
calor se filtraba por entre el aire de la estación seca que se había prolongado
mucho.
¿Queda alguien más con vida de
la familia de Gumersindo Uchibanco? Preguntó otro de los hombres que habían
bajado de la cordillera.
-Sí señor- respondió la vieja. –Queda mi nieta-, -de la familia de mi
hijo Gumersindo, solo quedamos mi nieta y yo-…. –yyyy …¿Vive su nieta con
usted?- -Sí señor- respondió la vieja Toña.
-¡Llámela! Ordenó el hombre.
-¡Juanitaaa!- Llamó la anciana, e inmediatamente apareció por la
puerta, haciendo a un lado la ruinosa cortina una mujer tan joven que aún
parecía una niña.
–Aquí estoy abuela- respondió nerviosa la joven. En su rostro apareció
una palidez comparable solo con la de la muerte.
Habían cumplido lo dicho por el señor, por el amo de la comarca quien antes de partir les
había ordenado.
.-Hay que buscar y desaparecer
todo residuo del apellido Uchibanco, hay que lanzarlos al infierno, que
paguen entre todos el crimen de haberse rebelado contra su señor, hay que
matarlos a todos aunque al final quede totalmente llena la cañada de los
muertos-.
Y ahí van los cuatro jinetes a cumplir la orden. Tienen que seguir
buscando hasta desaparecer el apellido maldito. Para ellos, sólo hay una voz
para obedecer. La voz del amo y señor de la región.
FIN
-
Encuentro amargo J. Antonio Marín E. -Quien esté libre de pecado, arroje contra ella la primera piedra- Juan 8-7 La ci...